viernes, abril 18, 2008


"No pude controlarla. Cuando lo intenté se puso nerviosa, miró para otro lado y terminó por alejarse. Lo necesario para que me desesperara. Entre nosotros no hubo obligaciones, compromisos ni reclamos. Pero me gustaba tanto que hasta dejé de protestar. Estaba en una etapa en la que prefería que el mundo no se me cayera a pedazos.
Me pidió apenas dos cosas: que solamente piense en ella y que lo que hago con placer nunca lo transforme en un trabajo. Acepté y desde entonces, aunque quiera, ya no puedo volver a ser el que era antes.
Una relación que no duró para siempre pero lo que duró fue una maravilla. Ella no me dejaba hablar y yo la iba volviendo escrita. (...)

(...) Ser la mujer de la vida de alguien es una actitud heroica y tanto héroes como heroínas se lucen en la tragedia. Parece divertido, pero es tanto lo que se pierde que lo que queda no alcanza para dos. Para poder ser la mujer de la vida de alguien no se puede estar demasiado cerca. Además hay que dedicarse en exclusiva a ser querida, deseada y necesaria. Es fascinante, pero suelen olvidarse de un detalle: querer a alguien.
La mujer de nuestra vida tiene algo conmovedor: es capaz de hacer cualquier cosa por un abrazo que después la sofoca. En ese juego tiene el mismo valor arriesgar el cuerpo, armar un escándalo o decir que voy y después no ir nada.
Si buscamos a la mujer de nuestra vida es porque la fantasía de encontrarla y alcanzar con ella el placer eterno crece fácil y rápido. Incluso somos capaces de querer siempre otra más, de manera loca, pensando que con partes de muchas, quizá logremos armarnos una.
Por suerte con el amor de nuestras vidas se puede hablar. Hasta se tiene la sensación de que escucha, interesada, lo que de vez en cuando tenemos para decirle. Disfruta cuando seduce pero también necesita algo más, algo que no sea ella misma. Es más arriesgado, pero vale la pena. Ni por casualidad quiero que el amor de mi vida se vuelva una revista.
Pero cada tanto, el amor de nuestra vida se convierte en la mujer de nuestra vida. Es cuando se vuelve increíblemente atractiva o decididamente enigmática. No hay que asustarse, sólo saber que está respondiendo a una señal ancestral, a un llamado salvaje que la hace ser quien puede ser, si hace falta, las veces que sea necesario."

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